¿Qué es Alterra?
Según sabemos en la actualidad, hace 65 millones de años en la Península de Yucatán un
asteroide colisionó con la superficie de la Tierra. Tan inmenso fue su
tamaño y tan masivo su impacto que el evento es conocido por biólogos y geólogos como límite K-T (límite entre los períodos
cretácico y terciario). Merced a este singular evento, los estudios en geología y biología indican que una inmensa nube de polvo cubrió el planeta durante muchos meses, impidiendo el paso de la luz solar y generando nubes de polvo tóxicas. Los sedimentos de esta nube de cenizas se hallan hoy por todos los continentes del mundo. Muchas plantas murieron debido a esta destrucción, por intoxicación y falta adecuada de luz. El Mesozóico (con sus tres períodos Triásico, Jurásico y Cretácico) es conocido como la era de los dinosaurios gigantes. Aquí prosperaron los colosales saurópodos como los diplodocus o los triceratops y gracias a estas gigantescas presas también tuvieron éxito los enormes teró´podos depredadores como el tiranosaurio rex. Sin embargo, tras la muerte de las plantas producida por la caída del asteroide, la comida fue insuficiente para los titánicos herbívoros. Y como todo sistema ecológico, la afectación de una parte afecta a todo el conjunto. Sin alimento suficiente, los herbívoros colosales no pudieron suplir sus colosales necesidades metabólicas. Sin estas presas inmensas, los carnívoros que se alimentaban de ellas tampoco pudieron mantenerse. Y así, en el transcurso de pocos siglos los grandes dinosaurios conocieron su final. Solamente
un linaje de estos sobrevivió: pequeños avianos emplumados y voladores,
descendientes de los raptores dromeosaurios: Las aves modernas. En los siguientes
milenios, las aves y los mamíferos se diversificarían enormemente convirtiéndose
en las formas de vida dominantes de nuestro planeta. Y así, 65 millones de años más tarde, nosotros estamos aquí y usted está leyendo esto.
Esto que conté es una ficción científica que explica una partecita muy pequeña de la evolución de nuestro planeta. Muy pequeña pero muy importante. Quizá el término "ficción científica" llame la atención del atento lector o lectora. ¿Cómo puede ser ficticio algo que es científico? Eso se preguntará usted. Pero me permito recordarle que una ficción es algo fingido, algo inventado. La ciencia misma es una ficción en este sentido: es sólo una de las formas en las que la mente humana interpreta y explica la realidad. Es un artificio más de nuestro intelecto. ¿Entonces significa que nada de lo que dije antes pasó? ¿No hubo asteroide ni dinosaurios? Bueno, si los hubieron ningún humano estaba ahí para verlos. Con lo cual, todo el relato anterior es una ficción, un invento ¿Pero entonces en qué se diferencia la ciencia de otras ficciones? Pues en la contrastación observacional, es decir, la ciencia permite entender, explicar y predecir eventos de lo que percibimos como realidad. No vimos a los dinosaurios, pero encontramos sus restos. No vimos al asteroide, pero encontramos su cráter y la fina capa de polvo que cubrió al planeta. Nos encontramos con los fósiles, el cráter y los sedimentos y vamos uniendo las piezas para contar una historia. Y esa historia explica lo que vemos: eso es ciencia.
Pese a explicar lo que vemos, como entenderá el atento lector, no deja de ser una historia inventada. A partir de evidencias, sí. Pero una historia inventada al fin: un cuento corroborado meticulosamente que explica lo que se ve y predice lo que se puede encontrar (tipos de sedimentos, fósiles, etc) entonces es lo que llamamos ciencia. Por ejemplo, el modelo atómico es un invento, como indica su nombre es un modelo, un imaginario. Un imaginario matemático (¿Y acaso hay algo más imaginativo y emergente del intelecto humano que la matemática?) Nadie nunca vio ni verá fehacientemente un electrón. Sin embargo todos podemos sentir una corriente si tocamos un enchufe descalzos o podemos ver que el gas de la hornalla da fuego cuando se combina con el oxígeno: el modelo atómico nos permite explicar y predecir por qué pasan estas cosas y qué otras pueden pasar. Y lo que explica y predice efectivamente ocurre así. Porque si no ocurriera, entonces habría que cambiar el relato, pues así es la ciencia. El relato debe ajustarse a las evidencias. El modelo atómico es por esto una explicación científica. Pero la explicación científica no deja de ser un invento, una historia de por qué nos electrocutamos o por qué el gas propano se quema. "Nada es tan real como la ficción" me escribía hace poco el guionista y Etólogo Ricardo Ferrari en una dedicatoria.
¿Por qué todo lo anterior? Bueno, porque quiero que se entienda bien qué es Alterra. Alterra es nuestro planeta Tierra pero en un Universo alternativo, donde el asteroide no colisionó en Yucatán. La
trayectoria del mismo se desvió unos 0,7 grados, y en lugar de impactar en el continente, cayó en el océano Pacífico. Esto hizo que la devastación fuera mucho
menor que en nuestra realidad. Aunque el evento fue terrible, muchos más
dinosaurios y especies gigantes sobrevivieron a la catástrofe. Y por eso la evolución de nuestro planeta cambió para siempre. Pero tampoco cambió tanto, porque al fin y al cabo las bases evolutivas de nuestros linajes ya estaban sentadas desde el Cámbrico.
Es decir, Alterra es una ficción. Mis estudios científicos me impiden imaginar este mundo sin las bases químicas y biológicas que conozco. Obviamente Alterra no es una ficción científica porque no hay contrastación observacional posible: existe sólo en mi mente. Y ahora en la suya, atento lector o lectora. Yo estoy plantando la semillita de la ficción de Alterra en su cerebro con estas palabras. Así que acompáñeme a jugar y a imaginar, mientras orillamos los procesos conocidos de la biología y los usamos para inventar seres y personajes en esta realidad que es real porque la pensamos. Es decir, hacemos Ciencia Ficción.